En el mundo de hoy donde los puestos de trabajo requieren cada vez más especializaciones y el ser proactivo es la palabra más repetida en las entrevistas laborales. Es lógico que la personalidad perfeccionista y autoexigente esté catalogada positivamente.
Son personalidades funcionales al sistema capitalista neoliberal actual. Dónde lo que prevalece es el HACER, y la importancia de la persona reside en sus niveles de productividad y eficacia. No hay lugar para cuestionamientos ni para el deseo personal. El SER con sus subjetividades y deseos queda relegado a un ser humano que se rige por el DEBER.
Sin embargo, detrás de esas conductas, se esconden individuos que sufren, esclavos de sí mismos.
¿Cómo son las personas perfeccionistas y autoexigentes?
Son personas con un gran deseo de control, les cuesta delegar, llevan mal cometer errores y buscan la perfección y la excelencia en todo aquello que hacen. Cuando no lo logran se generan altos niveles de frustración. Surgen los autorreproches, esa voz en la cabeza que crítica y juzga las decisiones tomadas, las acciones realizadas y los resultados obtenidos. Creando sentimientos de insatisfacción, culpa y vergüenza.
¿Cuáles son los problemas más comunes de esta personalidad?
La persona autoexigente suele tener un gran miedo al fracaso. Esto puede producir bloqueo y paralización, poniéndose en marcha el mecanismo de defensa de evitación.
Pueden padecer el Síndrome de la impostora. Considerándose un fraude y teniendo miedo a ser descubiertas.
Suelen sufrir problemas digestivos, migrañas, dolor de espalda y en las articulaciones.
La exigencia desmedida provoca altos grados de estrés y ansiedad. Cuando es muy elevado puede llevar a las crisis de angustia (ataque de pánico) y las fobias. En algunos casos la persona puede entrar en depresión.
Los perfeccionistas se focalizan en los errores y las imperfecciones. Esa exigencia y rigidez que tienen con ellos mismos también la proyectan en los demás. Hay padres que frustran la felicidad de sus hijos, exigiéndoles triunfos y que sean perfectos. O relaciones de pareja donde se culpa al otro por no poder satisfacer expectativas propias. Cuando ocurre en el ámbito laboral puede llevar al burnout (SQT: síndrome de quemarse en el trabajo).
¿Qué cosas pueden ayudar?
Si bien es necesaria una cierta exigencia para cumplir nuestras metas. Cuando las cosas salen bien después de un esfuerzo, nos refuerza la Autoestima y nos empodera. Aumentando las hormonas que nos hacen sentir felices. Lo importante es crear un equilibrio entre nuestra exigencia y nuestra capacidad de disfrute.
Algo que nos puede ayudar es ser conscientes de nuestras limitaciones y nuestra vulnerabilidad. A la vez reforzar y valorar nuestras virtudes y fortalezas. Es importante aceptarnos como somos ya que ‘somos suficiente tal cual somos‘. Trabajar en nuestro amor propio, en la deconstrucción de ideas, valores y conductas que provienen del exterior y nos hacen daño. Para escuchar nuestras necesidades verdaderas y así poder distinguir los deseos propios de los ajenos.
También es importante tener expectativas realistas, y ser conscientes de que a veces las cosas no salen como queremos. Y aún así, siempre lo que ganamos es mayor que lo que perdemos, porque aprendemos en el camino, en el proceso.
Trata de sustituir los ‘debería’, ‘tengo que’ lograr, tener, hacer… Por ‘quiero’, ‘me gustaría’. Esto nos ayudará a transformar la exigencia en deseo, liberándonos de la carga y facilitando el disfrute.
No importa lo que hayamos creído hasta ahora, nada nos define ni nos delimita. Intentemos avanzar de otra manera, disfrutando del camino. Queriéndonos tal y como somos porque somos ‘perfectos siendo imperfectos’.
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Laura Raijenstein.
Psicóloga Sanitaria-Psicoterapeuta Online y presencial en Madrid.
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